Inventario de bienes del palacio de San Martín (1634)

 

Inventario de bienes del palacio de San Martín (1634)

Vista de San Martín de Améscoa desde su puerto

José Remírez de Baquedano, Señor de los palacios de San Martín de Améscoa Baja, Ecala y Baquedano, murió inesperadamente en 1634, con 48 años. Y no había hecho testamento. 

Pues bien, extraño, pero así fue. Se menciona que murió de un desmayo y la viuda, María López de Arcaya, como era preceptivo, hizo un inventario formal de todos los bienes de su marido ante un escribano de la Real Corte y bajo juramento.

Al margen del protocolo seguido que omito, me centro en los bienes de esta familia, quizá la segunda más acaudalada del valle tras los Álvarez de Eulate, de Eulate, en la época. No tardarían en alcanzar el liderazgo en fortuna.

Sobre sus recursos, cuantitativos y cualitativos, nos presenta un rico retrato el inventario de bienes que se realizó. 


Sanjuankruz, no San Juancruz

                   Sanjuankruz, que no San Juancruz

Lado sur del raso de Sanjuankruz, lindante con la pista de Limitaciones.
 

    Nuevo letrero, siglo XXI, muy estiloso y elegante, pero erróneo. Sería oportuno corregir la grafía y no ya por la ”c” y la “k”, sino porque San Juancruz no existe, ya está el santoral muy poblado de santos de ese nombre. Y si existiera tampoco viene a cuento, porque introduce un error en la toponimia local, que se había saneado bastante en la década final del siglo XX.








¡Urbasa y Entzia ya no son lo que eran!

Urbasa solo fue el Raso grande central durante siglos. Y el resto fue Encia/Entzia.


 Es una verdad irrefutable que la onomástica varía notablemente a lo largo de la historia. No ya de una región a otra, sino dentro de áreas muy                     reducidas.

Pero vayamos por partes y concretando. La onomástica (del griego ónoma, ‘nombre’ y del sufijo -tiké, ‘arte de’), estudia los nombres y apellidos de las personas (antroponimia) de los seres vivos (bionimia) y de los lugares (toponimia). 

Centrándonos en la toponimia, tenemos varios niveles en nuestro caso: lugares mayores no habitados (Urbasa), lugares mayores habitados (Améscoa/Ameskoa), núcleos de población (Zudaire/Zudairia), parajes (Larregoiko) y microparajes (Albisurenintxaurradana). La clasificación es de mi cosecha, me la dicta la experiencia local y me hago responsable de ella.

Si solo hablamos de lugares mayores no habitados, tendríamos Encia/Entzia y Urbasa. Y los topónimos que se ponían desde la corte eran o podían ser diferentes a los que utilizaban los que aquí vivían. Y como más sabe el tonto en su casa que el listo en la ajena, explico la pequeña historia de esta discrepancia

Artaza 1788. Un muerto en competición de lanzamiento de barra

  

Amanecer de agosto en Artaza
 

Desde la más remota antigüedad campesinos y artesanos de todo el continente europeo han utilizado un elemento común, sencillo y multifunción. Una barra de hierro que servía como herramienta en trabajos varios: de cantería, minería, agricultura, molinos, construcción. Y, como palanca, para movimiento de objetos pesados o sólidamente enclavados.

Lo extendido de su uso como instrumento de trabajo, facilitó su paso a formar parte de juegos y competiciones populares, que ponían a prueba la fuerza y la destreza de los participantes. Hay menciones aisladas al respecto de ello también desde muy antiguo pero, como otros entretenimientos populares, no han alcanzado sino una modesta mención en nuestros documentos.






El pacto de Lord Elliot (1835)

Firmado por Zumalacárregui en Eulate tras la acción de Artaza

                   
Título: [Fusilamiento de soldados liberales por soldados carlistas]*
Album del siglo XIX. Zumalakarregi Museoa. Gipuzkoako Foru Aldundia.

Está claro que las guerras no son buenas ni siquiera para los que las ganan, si es que puede decirse que las gana alguien. Decía Paul Valery: “La guerra es una matanza entre gentes que no se conocen, para provecho de gentes que se conocen, pero no se matan”.  

Pues bien, el siglo XIX trajo varios conflictos bélicos a este valle. Y si hubiera que elegir uno de esos conflictos como el más cruento de los vividos, no habría duda: la Primera Guerra Carlista quedaría ganadora de forma destacada.

Casi desde sus inicios se convirtió en un intercambio de represalias. Quizá fue ese el carácter que pretendieron imprimirle los generales cristinos en la confianza de sofocar con cierta rapidez la llamada "rebelión". Este rigor en el castigo que pretendía amedrentar y disuadir al enemigo, no sólo no dio resultado alguno en esa dirección, sino que provocó una respuesta igualmente inhumana. El nivel de crueldad alcanzado resultó especialmente llamativo para quienes no participaban directamente en la contienda, pero la seguían de cerca.

El gobierno inglés propuso un pacto de guerra “más limpia”, que fue aceptado por ambos bandos y que Zumalacárregui firmó dos veces, una de ellas en Eulate y cuando aún no había fusilado a los prisioneros hechos en la acción de Artaza. 




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Toponimia y lenguaje (aportaciones) 1990-2024




Ya durante nuestras primeras andadas por este territorio (con nuestras hijas, de 5 y 3 años entonces), éramos conscientes de que “lo que no tiene nombre no existe”, conclusión muy próxima al dicho popular vasco izena duenak izana ere badu = todo lo que tiene nombre existe. Sin los nombres de lugar, no podíamos referirnos a un paraje donde habíamos estado.

Y recurrimos, para mejor disfrute, a averiguar el nombre que los naturales le aplicaban. Conocer la toponimia de la zona se hizo una condición imprescindible, tuvieran o no lógica o significado para nosotros los nombres que íbamos conociendo.

En principio se trataba de una necesidad memorística, como se recuerdan los nombres de las personas. Y esa fue nuestra primera aproximación a la toponimia. Pero rápidamente entendimos y comprobamos que esos nombres no tenían nada de aleatorio, sino que eran fósiles del lenguaje primitivo y contenían retazos de cultura e historia del lugar en el que habían nacido.

Y, queriendo saber más, nos adentramos en la investigación de sus orígenes y de su devenir histórico en este valle. Los resultados de ese largo y laborioso recorrido, que se aproxima al medio siglo, los hemos dado a conocer desde 1990 hasta la actualidad.  

 

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