Verano amescoano del 36: Crímenes, represión, dolor y luto

Verano del 36: Crímenes y represión. Dolor y Luto

Asesinatos en Urbasa (Ilustración de Edorta Murua)

El verano amescoano del 36 fue una biopsia de lo ocurrido ese año en España a cuenta del levantamiento armado del 18 de julio.

Y resultó doblemente doloroso porque ocurrió en retaguardia, en ausencia de guerra y de resistencia, de una parte. Y porque el daño no lo infligieron unos malvados venidos de fuera, no hizo falta. Para arrebatar vidas o dañarlas bastó con informes que salieron de ayuntamientos, de sacristías, de cuartelillos y de los propios vecinos.

Y cuando sus valedores, los alzados, pretendieron dar cobertura legal a los actos represivos, dejaron expedientes. De incautaciones, de responsabilidades políticas, de depuración de funcionarios públicos, de presunción de desaparición y otros, conservados en los archivos.

Con paciencia y mucho trabajo, algo hemos podido saber de lo ocurrido. Lo conté en "¿Qué hicimos aquí con el 36? La represión de civiles en retaguardia por su ideología en las Améscoas y Urbasa". Editorial: Lamiñarra. 2017.

    Y haré aquí un pequeño resumen aunque luego vuelva a contar la vida de algunas de las víctimas y las tropelías de que fueron objeto en este blog. 

Pero vaya por delante esto

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Militar británico carlista ve así las Améscoas en 1835

 

Militar británico carlista ve así las Améscoas en 1835    

Mikel Alberdi Sagardia

      Fragmento del cuadro “Zumalacarregui and the Christino Spy". London, 1841.   Autor: John Frederick Lewis. "Zumalacarregui y el espía cristino”. Zumalakarregi Museoa. Ormaiztegi.

    En el se ve a Charles Frederick Henningsen, capitán de lanceros y ayudante personal del general carlista. Ambos asisten a un juicio de un espía cristino. 


Esta es la descripción que hace de las Améscoas el aventurero y voluntario carlista británico Charles Frederick Henningsen, que luchó junto a Zumalacárregui durante un año y luego publicó su experiencia en la I Guerra Carlista en Londres en 1836. Su obra se tituló: Los hechos más impactantes de doce meses de campaña con Zumalacárregui en Navarra y las Provincias Vascongadas y tuvo un gran éxito, siendo traducido a varios idiomas. 

“En el estrecho y alargado valle se levantan ocho o diez pequeñas y pobres aldeas, que producen, aproximadamente, lo suficiente para la alimentación de sus habitantes, con la excepción de garbanzos y lentejas, que son muy estimados en Navarra. Aquí, fuera del paso de toda carretera y separados del resto del mundo, aun de la parte menos civilizada de Navarra, los habitantes llevan (o, mejor dicho, llevaban, pues la guerra ha introducido tristes cambios en sus costumbres pacíficas) una vida completamente primitiva, alterada únicamente por los arrieros que iban a buscar vino a distritos más fértiles y por los cazadores que llevaban a Pamplona o Estella las cabezas de sus lobos para recibir el premio ofrecido por el Gobierno en tales casos. Una gran parte de la población masculina se dedicaba a la caza de estas fieras, peculiarmente destructoras en un país donde pace tanto ganado en completa libertad. Los habitantes pocas veces salían de sus aldeas hasta que ocurrió la muerte de Fernando VII, y entonces una gran simpatía por Don Carlos indujo a muchos de los jóvenes a alistarse bajo sus banderas. El resto de los habitantes, cuyos sentimientos en su favor, así como los de todos los navarros, se avivaron con la persecución, como el potro bajo el látigo, se convirtieron en partidarios tan entusiastas suyos, que aun aquellos cuya edad o cuyo sexo les incapacitaba para tomar las armas, parecían estar dispuestos a sacrificarle sus vidas, sus familias y sus casas.” 

El autor de este grabado era amigo de Henningsen y lo dibujó detrás de Zumalacárregui en esta escena de recreación.

Podéis conocer la apasionante biografía de este voluntario carlista en el siguiente enlace:


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León y ternero en San Martín de Améscoa.

Sillares románicos en el ábside de la iglesia de San Martín 

(San Martín de Améscoa Baja)  




Creo haber advertido ya al dar los primeros pasos que no iba a ser este un blog al uso y que mis limitaciones me iban a impedir mantener un diálogo mínimamente fluido con los visitantes, pero a veces la adicción me puede.

 Tuve hace un mes una consulta sobre un elemento exterior de esta querida iglesia que tantas veces hemos visitado por la frecuencia con que nos acercábamos a pasar la tarde con don Luciano Lapuente y sus hermanas Primi y Lourdes. Y me disculpé porque dar respuesta a esa consulta era como el primer trago para un alcohólico.

 Pero hace un par de días me llegó otra, muy indirecta sí, pero no quería dejar un recuerdo fallido de una visita a San Martín y rebusqué en mi fondo de armario fotográfico y algo encontré.

De ahí que algo pueda decir e ilustrar sobre las consultas recibidas y para satisfacer alguna curiosidad más que pueda suscitarse en el futuro en referencia a estas escasas imágenes que en la actualidad pueden verse del exterior de las iglesias, inaccesibles sus interiores al estar  permanentemente cerradas las de vecindades cortas y San Martín de Améscoa Baja lo es pese a su historia larga. 






Buitre leonado, vecino ejemplar de Améscoa y Urbasa (I)

Buitre leonado, vecino ejemplar de Améscoa y Urbasa (I) 

           Buitre leonado volando sobre el Nacedero del Urederra (Baquedano)

Es muy probable que el buitre fuera residente en esta zona tiempo antes de que los seres humanos fueran habitantes estables. El  hábitat, salvando las Glaciaciones, era incluso más favorable para un ave carroñera dotada de altas capacidades que para el hombre, todavía muy limitado, en cualquiera de las fases del Paleolítico.

Sus posibilidades de prepararse un  albergue/vivienda, que no ha variado en miles de años, era y es de gran simplicidad y se lo construye la pareja con materiales “kilómetro cero”.

En cuanto a su alimentación, aunque la ganadería fue una actividad humana tardía, las manadas de herbívoros que perseguían los cazadores primitivos ya pastaban en los rasos de Urbasa y Limitaciones. Y sus restos (de caza, de parto, de enfermedad, de fin de vida) eran alimento para los carroñeros hubiera o no poblamientos humanos. Y eso ocurría, desde que el mundo es mundo.

Por eso, y porque tradiciones sólidas hacen referencia en Europa a esta especie con notable antigüedad, hay que concluir que el buitre leonado tiene un largo pasado como vecino de estas tierras.


GARCÍA DE ALBIZU, Balbino (2022), «El buitre, un viejo amigo», en Conociendo el pasado amescoano, VI, Pamplona: Lamiñarra, pp. 287-343.



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De amescoanos y de árboles (II)

 De amescoanos y de árboles (II)

El Arbolico de Ailola, antes Iziriduia, ejerce como mojón divisorio.

De algunos árboles “peculiares”

Pero no solo se trata de preservar la masa forestal, también los ejemplares aislados y los pequeños grupos de árboles son respetados o se procura que lo sean. Nada tiene de raro todo esto en un valle, Améscoa/Ameskoa, cuya etimología era sospechosa de estar relacionada con una variante del roble. Y digo “era”, porque ha decaído esa interpretación y actualmente, nadie aboga por ella, quizá porque caben muchas dudas al respecto. No obstante, otros dos nombres de lugar, Artaza y Urra, tienen indudable relación con otras dos especies arbóreas, encina y avellano. 

Árboles aislados, diferentes de los que les rodeaban o con formas o dimensiones llamativas han jugado también un papel importante, con carácter individual o en grupo, en la denominación de parajes, de piezas de labor y en el amojonamiento de términos.

O con una historia peculiar detrás.

De ello queda constancia a veces, o quedó, o solo queda un vago recuerdo.



Censo de población en Améscoa Alta en 1795

 Censo de población de Améscoa Alta en 1795

Por edad, sexo y condición matrimonial

Mapa de Améscoa Alta

Terminada la Guerra de la Convención con la firma de la paz con Francia, en 1795, se demanda a los ayuntamientos navarros realicen un censo detallado de sus vecinos. Algo que ya se había hecho poco antes, en 1787, con el llamado Censo de Floridablanca. Pero en ambos casos no se trata de cifra de habitantes pura y dura.

Es la primera vez en nuestra historia que sabemos cuántos vecinos había de cada sexo, de cada edad y de cada condición matrimonial (solteros, casados o viudos).

La imagen es mucho más clara y podemos establecer comparaciones con la situación actual y entender mejor los cambios producidos. No solo en la cantidad de la población, sino en su composición por edades.





Señas de identidad 005: Talleres de sílex de Améscoa y Urbasa

Talleres de sílex de Améscoa y Urbasa

Elementos del proceso: Nódulos, percutor, núcleo, piezas

Conocido ya el carácter del sílex como material estratégico, el altiplano de Urbasa adquiere y suma un nuevo atractivo. A sumar a la alternancia de arbolado, para la obtención de madera y leña, y de rasos, donde cazar a los herbívoros que allí pastan. Fuentes y manantiales en la zona sudoriental y condiciones climáticas favorables en, al menos, un tercio del año. Todo ello invita a hacer la zona visitable y habitable temporalmente y así parece haber ocurrido.

Y, en lo específicamente referido al pedernal, los seres humanos extraen los nódulos de la larga veta del norte de la sierra y los descortezan in situ para no cargar con excesivo peso. Luego llevan núcleos de mayor o menor tamaño y habilitan talleres en cualquier lugar. Generalmente próximos a puntos de agua y algo elevados, si posible, desde donde ver los movimientos de los herbívoros que acuden a beber.

Disponen de percutores de piedra y madera para la talla del sílex y van mejorando esas técnicas y consiguiendo productos mejor terminados y de mayor utilidad.

Los hallazgos de Emilio Redondo y los estudios y excavaciones derivados de los mismos nos permiten tener hoy un buen conocimiento de la Prehistoria en Urbasa y Améscoa.


La Pared de Limitaciones de las Améscoas, muro de piedra seca (II)

La Pared de Limitaciones de las Améscoas, 
muro de piedra seca (II)

         La Pared de Limitaciones de las Améscoas en el raso de Ebiso 


Debí decirlo por delante porque hoy nos hemos vuelto un poco “raritos” con aquello a lo que prestamos atención o no. 

"Esto no es más que una pared de jodidas piedras amontonadas por aldeanos”, como oí decir (he suavizado un par de vocablos para que nadie se moleste) a un listillo al respecto. 

No es así. Esto es “un muro de piedra seca, práctica ancestral inscrita por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad”. https://es.wikipedia.org/wiki/Piedra_seca

Le llamamos la Pared de Limitaciones de las Améscoas, se prolonga a lo largo de 25 Km y separa, lo que se llama Sierra de Urbasa de lo que es Monte Común de las Améscoas y fue construida en 1948-1949 empleando la técnica citada de “piedra seca”. Técnica constructiva que se origina en la Prehistoria, cuando no existe la argamasa y es preciso realizar estructuras encajando mediante selección y talla previa, una piedras con otras y rellenar huecos con arena u otras piedras menores.

Así que, aunque no sea centenaria, sería bueno tenerle un cierto respeto y saber algo más de ella. O eso creemos algunos que nos empeñamos en divulgar nuestra historia y nuestra cultura. Sin necesidad de inventar o de fabular nada.

Puri Cambra y Miguel García de Eulate recogieron el relato de Luciano Elcarte, que participó como encargado en la obra.   


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Ruiz de Larramendi, apellido amescoano, origen Larraona


 Ruiz de Larramendi, apellido amescoano, 
origen Larraona

Larraona en primer término. 
Detrás Contrasta y el valle de Arana (Álava)

Los apellidos que consideramos amescoanos parten de un locativo que no deja lugar a dudas, caso de Améscoa (con todas sus variantes), Baquedano, Eulate (con su variante Ulate) y Urra, que dan apellidos compuestos y simples.

Otros, que ya no dan sino apellidos simples, como Ecala, Gollano, Larraona y Zudaire.  

Otros que pueden ser o no de origen amescoano, como Arana, Artaza, San Martín.

Y otros prácticamente han desaparecido como apellidos, caso de Aranarache y Baríndano.

El que trato ahora, Ruiz de Larramendi, es un caso aparte porque tiene su origen en “la casa solar de los Larramendi” en Larraona.

Cuento lo que he averiguado al respecto y de cómo el apellido pasa luego, en el siglo XVIII, de Larraona a Eulate.  


GARCÍA DE ALBIZU, Balbino (2007), «Apellidos amescoanos de la Edad Moderna (1500-1800)», en Conociendo el pasado amescoano, I, Estella-Lizarra. pp. 23-111.





Miradas y reflexiones 007 No dejar pasar el tiempo sin hablar con los que son nuestros amigos...

 No dejar pasar el tiempo sin hablar con los que son nuestros amigos...


No dejar pasar el tiempo sin hablar con los que son nuestros amigos, pues la maleza crece en los senderos no recorridos y acaban borrándose los caminos por no transitarlos (Proverbio).