“Imagen cedida por el Museo de
Navarra-Nafarroako Museoa”
Durante casi tres siglos el Cristo de las Agonías de Urbasa presidió la
capilla del Palacio de Urbasa y fue objeto de veneración o de admiración por
personas de muy variada condición. Pastores, arrieros, vagabundos, viajeros, ganaderos,
veraneantes, montañeros, etc. Y por los propios amescoanos que lo incluían como destinatario de ofrendas y legados.
Entre 1703, que salió de Nápoles, realizado por Jacobo Bonavita, con
destino al palacio que habían construido los Remírez de Baquedano en Urbasa, hasta
1990 en que se exponía al público en el Museo de Navarra, tras la adquisición
del edificio por el Gobierno de Navarra, formó parte de la historia y la cultura local.
Estuvo ahí durante los litigios entre los Remírez de Baquedano de San Martín y Ecala y sus vecinos amescoanos, y los ganaderos que llevaban sus rebaños a Urbasa y Andia. Y vio pasar guerras y conflictos a lo largo de esos tres siglos.
Y me diré finalmente: No se podía quedar donde estaba porque el palacio se caía a trozos y estaba arruinado. Y no, no pienso que merecía la pena gastar un pastizal en salvar el palacio. Donde procede invertir es en el valle antes de que se vacíe.
Y, por otro lado, está muy bien en el Museo, pero ya lo verá poca gente y desprovisto de la pequeña historia que se vivió a su alrededor. En cualquier caso, merece la pena que parte de lo que le rodeó le acompañe y yo lo cuento.
GARCÍA DE ALBIZU, Balbino (2022),
«El palacio amescoano de Urbasa. Del nacimiento a la agonía», en Conociendo
el pasado amescoano, VII, Pamplona: Lamiñarra, pp. 15-102.