Réquiem por los trillos amescoanos
Trillo primitivo de esquirlas de sílex e imagen
de la exhibición de trilla a la antigua usanza
realizada por un grupo de San Martín en Zudaire
el 23/06/2007 con motivo del Día de Améscoa.
Un trillo es un apero
agrícola empleado para separar el trigo de la paja y cortar esta.
Consiste en una tabla
única o varias tablas unidas mediante travesaños, con forma rectangular, y con la parte frontal en
curva ascendente.
Su parte inferior
está provista de numerosos dientes pétreos o elementos metálicos con función cortante.
Con esquirlas de sílex Con sierra metálica
Sus dimensiones oscilan entre los 60 y 150-180 centímetros en cuanto a anchura y 170-190 en cuanto a largura. Son arrastrados por caballerías o por bueyes, cortando la paja y separando el grano sin dañarlo.
Restos arqueológicos
demuestran su uso desde hace más de 5.000 años, pero la historia no los
menciona hasta dos siglos A.C. Fueron usados por los cartagineses en Cartago y
en sus zonas de influencia, España meridional entre ellas. Y más zonas del Mediteráneo,
Roma incluida.
Pero los visigodos no
mantuvieron los avances agrícolas de la romanización y tuvo que ser la
civilización musulmana la que recuperase el trillo para la agricultura
peninsular. Y de sur a norte, el trillo
llegó hasta los Pirineos y no pasó de ahí.
A partir del siglo XVI al menos, los trillos han sido utilizados en Álava y Navarra. Se adquirían como tablas ya preparadas con dimensiones más o menos estandarizadas. Venían ya preparados según fueran a ser arrastrados por bueyes o por caballerías. Para una caballería eran de unos 60 cm de ancho por 150-180 de largo en una sola tabla.
Trillo grande hecho con dos tablas unidas con travesaños
y provisto de sierras metálicas. Vista de cara y envés.
Fotografía de Juan Carlos Urra.
Para una pareja de bueyes llegaban a 180 de ancho uniendo tres tablas mediante travesaños. Incluso las de tabla única llevaban un travesaño en la parte superior, para fijar las correas de tiro de la caballería o mula que tiraba de ella.
En principio traían enclavadas esquirlas de sílex talladas para cortar la paja y desgranar. Y los maestro trilleros pasaban, una vez pasada la época de trilla, a reponer las esquirlas que se habían perdido en la labor. Actuaban como los antiguos talladores de sílex a fin de adaptar la pieza al hueco que había quedado vacío.
Más tarde se colocaron tiras de sierra metálica, en ocasiones como una función mixta a la de las piedras de sílex y en otras, para sustituirlas totalmente.
La mecanización de las labores agrícolas, que ya se inició tímidamente a principios del siglo XX, se impuso a lo largo de esta centuria con las cosechadoras, al hacer la función de siega, trilla y empacado. Y acabó con los trabajos y aperos tradicionales.
Y dos curiosidades
más relativas a los trillos:
Una, contada por
J.M.Barandiaran (Munibe, Aranzadi,1955):
En la página 36 del
mismo año se decía que según una leyenda alavesa, San Víctor de Gauna “montó en
un trillo tirado por dos caballos y, fustigando a éstos con un látigo, subió a
la sierra de Enzia”. Y de acuerdo con esta leyenda existe una estampa, donde se
representa al santo en pie sobre un trillo tirado por dos caballos.
Otra, que existe en Cantalejo
(Segovia) un museo dedicado al trillo y los fabricantes de trillos.
Agradecimiento grande por la colaboración y las aportaciones de: Juan Carlos Urra, Juan Tomás Iriarte y Sonia García de Albizu.