Anverso y reverso de la estela de Ameskoazarra,
(Fotografía del archivo de Luciano Lapuente obtenida
por Mari Carmen Galdeano, tratada posteriormente)
Hay que decir, en honor a la verdad, que ya J. M. Barandiaran cita en su informe de 1921, con motivo de su visita a la estación dolménica de Urbasa, el hallazgo de una estela discoidea en el Monte Limitaciones. Esta estela fue bajada años después por Luciano Lapuente a San Martín de Améscoa. Dicho sea como prólogo.
He utilizado para representar este
apartado de las estelas discoideas como "señas de identidad" amescoanas, la estela de Ameskoazarra/Intzura, que
estaba situada en la plataforma del mismo nombre. Ya fue descrita por Luciano Lapuente en la segunda entrega de su Estudio etnográfico de Améscoa, publicada en 1971 en el número 8 de Cuadernos de Etnología y Etnografía de Navarra.
Y he elegido esta por su antigüedad y por ser la mejor valorada según el criterio de Francisco Javier Zubiaur Carreño (Pamplona, 1950) y Antxon Aguirre Sorondo (San Sebastián, 1946-2014), ambos buenos conocedores de la materia y de nuestras estelas. Supieron y conocieron la riqueza de nuestro patrimonio cultural en ese terreno gracias al trabajo de localización, catalogación e investigación realizado por Luciano Lapuente, que publicó detallada información al respecto.
En el paraje de Ameskoazarra/Intzura hubo fortaleza,
iglesia, hospedería y camposanto. De eso hablaré otro día. Ahora toca hablar de
estelas. Y de estelas también hablaré otro día, porque el grupo Hilharriak ha hecho un inventario de estelas en nuestro valle en 2022 encargado por Patrimonio de Navarra.
Fotografía tomada desde el alto de Larregoiko, sobre Zudaire,
en sentido E-SE.
Vista de la plataforma saliente de Ameskoazarra, Kilómetro 11
de la carretera NA-718 Estella-Olazagutia
(Fotografía del archivo de Luciano Lapuente obtenida
por Mari Carmen Galdeano )
Prosigo. Las estelas discoideas
son elementos de piedra tallados con carácter funerario, que precedieron a las
cruces de piedra en esa misma función, y que se han situado en las cabeceras de
las tumbas de los cementerios y en lugares donde ocurrió una muerte o próximos a donde se produjo esa muerte, como recordatorio de algún
fallecimiento alejado de recintos urbanos.
Su forma era
antropomorfa, con la parte inferior alargada, representando el cuerpo, y la
parte superior más o menos redondeada, representando la cabeza de un ser
humano. Lo que hace evidente su dedicación al difunto.
Se trataba de arte
popular y eran encargos de los familiares a un cantero, más o menos sofisticados
según la dignidad del difunto y las posibilidades económicas de los allegados.
Casi desaparecieron,
especialmente en los lugares muy poblados, al pasar los enterramientos al
interior de los templos. Pero se mantuvieron, por muertes más o menos
accidentales para darles un recordatorio especial. Y eso parece más frecuente
en el ámbito rural, al menos es así en nuestro caso.
Calculo que en Améscoa había más de cuarenta estelas discoideas a mediados del siglo XX y se iniciaron las "bajas" con la venta de diez piezas al Museo de San Telmo de San Sebastián en 1951, de la iglesia parroquial de Eulate, adscrita todavía a la diócesis de Calahorra.
LAPUENTE MARTÍNEZ, Luciano (1988). "Estelas funerarias de las Améscoas (Alta y Baja)". Cuadernos de Etnología y Etnografía de Navarra- Número 51. Pp. 235-261.