Larraona 1700: Recién nacida abandonada junto a San Benito

Larraona 1700: Recién nacida abandonada junto a San Benito 

Ilustración del suceso recreada con ayuda de Gemini.





Ermita dedicada a la advocación de San Benito, de construcción rústica y de buenas dimensiones, 15 por 5 metros.  

Interior de la ermita. Imagen de archivo propio de 2018.


   
Por lo tardío de sus primeras noticias documentales, 1637, puede ser la ermita más moderna de Larraona. No se cita en las Ordenanzas de 1630, ni en otros documentos anteriores a esta fecha.

Hay una pequeña pila de agua bendita cuya antigüedad se sitúa en el siglo XVI, que quizá proceda de una ermita anterior.


Ermita de San Benito, imagen antigua.
Foto de archivo propio.

  Está situada a 980 metros de altitud, en un pequeño altozano próximo al boquete del Puerto de Larraona y junto al camino que se adentra, hacia el Norte, en el Monte Limitaciones.


Para saber más:

GARCÍA DE ALBIZU, Balbino (2022), «Historia e historias de nuestras ermitas. Améscoa Alta (I)», en Conociendo el pasado amescoano, VI, Iruña-Pamplona: Lamiñarra, pp. 201-266.

 




Améscoa y Urbasa 1900-2025. Tras siglo y cuarto, una novela de ficción histórica

Améscoa y Urbasa 1900-2025. 

Tras siglo y cuarto, una novela de ficción histórica




En 1900, todavía siglo XIX, Gregorio Iribas, publicaba en Tudela la novela “María del Puy”. El título iba precedido por un “sobre título” que decía EN LAS AMÉSCOAS.

Gregorio Iribas Sánchez era nacido en Estella el 9/05/1854 y estudió en las universidades de Zaragoza y Madrid, obteniendo el título de Doctor en Derecho y Licenciado en Filosofía.

Pasó casi toda su vida en Tudela, donde desarrolló actividades en la enseñanza, ejerció una concejalía en su ayuntamiento, la asesoría jurídica y la función de bibliotecario. Fue un declarado defensor de los Fueros ante la Gamazada (1893). Falleció a la temprana edad de 60 años.

Escribió sobre diversos temas, pero una sola novela, la citada, que discurre entre Zudaire y Eulate y de la que se han hecho ediciones más tarde.

Primera obra de ficción escrita sobre el territorio amescoano y de la cual hizo mención en su visita de 1920 a Zudaire Simón Negro Juanvelz, tema que menciono el 04/07/25 en este blog.


Pues bien, transcurrido “siglo y cuarto” justo, 125 años, tenemos una obra de ficción histórica ambientada, también en buena parte, en Améscoa y Urbasa, que se inicia en este caso a comienzos del siglo XVII.

Y como de Améscoa y Urbasa trata este blog y algo he colaborado en esa creación, no me duelen prendas en traerla a estas líneas.

A final de agosto del pasado año, Iñigo Ubani Tirapu, el autor, me localizó por medio del ayuntamiento de Eulate, con el fin de que "le echase un ojo a una novela que ya tenía escrita". No pretendía mi asesoramiento literario, que no le hubiera servido, sino una inmersión en las entrañas de este valle en el siglo XVII.

No nos conocíamos de nada, pero acepté. Y, a través del correo electrónico, fui mostrando mi visión de la realidad histórica y etnográfica de Améscoa y Urbasa en ese tiempo. Pienso que de algo le sirvió.

Diario de Navarra, Martes, 21 de octubre.

No he llegado a conocer personalmente a Iñigo Ubani, pero he estado muy próximo a su idea y a su objetivo, porque el proyecto, salvando las distancias, era muy importante para ambos. Para él, por ser su primera novela. Para mí, porque pese a lo escaso de mi aportación, significaba mucho estar presente en el alumbramiento de la primera novela de ficción histórica que se escribe sobre esta tierra. Si esto no fuera importante para mí, no estaría nutriendo este blog, que no crece solo.

No han pasado catorce meses y la novela está publicada. 

"Lobos de Urbasa" se titula y la publica Lamiñarra, el mismo editor con el que he trabajado durante más de diez años. Se anuncia su próxima presentación en Pamplona y la supongo luego ¿en Eulate? Ya se sabrá.



 




Améscoa: Réquiem por 20 siglos de yugos

 Améscoa: Réquiem por 20 siglos de yugos

               Secundino Andueza (Baquedano).     Ignacio Ruiz de Galarreta. Detrás                                                                    Jesús Ruiz de Galarreta (San Martín)                                           

Hay inventos tan antiguos y tan cotidianos, que parece que venían de serie con el mundo, como las ruedas del coche. Y no, la existencia de la especie humana, no hubiera sido posible sin tres inventos básicos: arado, bueyes y yugo.

Idea gráfica de invención del arado, buey y yugo.
Dibujo elaborado con ayuda de Gemini.

La invención del arado parecía una deducción lógica al tratar de encontrar en la tierra lo que de ella se veía brotar de forma espontánea. Eso debieron pensar los que iniciaron las primeras técnicas agrícolas. Pero abrir los surcos exigía herramientas y para fabricarlas útiles y materiales.

Ya he hablado de la piedra y la madera al tratar del hacha, como útil multiuso. Pero abrir los surcos con el arado era un trabajo duro.

Y tras la fabricación de los primeros arados, vinieron dos inventos fundamentales: el buey y el yugo.

El hombre había elegido los bóvidos para tirar del arado. Las hembras, las vacas, daban leche, carne, crías y cueros. Pero con los machos tuvo que hacer un cambio e inventó el buey. 

Porque el buey es un invento humano.  A los bueyes no los pare madre alguna. Hay que esperar a que el toro joven, el novillo, alcance la madurez sexual y castrarlo. Y eso se le ocurrió a algún antepasado nuestro del género humano, viendo que el toro que ponía a tirar del arado no lo llevaba nada bien y no hacía carrera con esa tarea. 

Y así obtuvo el buey. Un animal dócil y obediente, menos agresivo y nervioso que el toro, más fuerte y de carne muy superior, más sano y más longevo.

Toro y buey para idea gráfica de las diferencias tras la castración.
Simulación realizada en colaboración con Gemini.

Todo esto ocurría hace más de 4.000 años. El invento debió nacer en Mesopotamia y Egipto, o eso dicen. 


Primitivo arado tirado por bueyes provistos de yugo.
Dibujo realizado en colaboración con Gemini.

Y menos que inventar el buey costó idear el yugo, un elemento para que, sujeto a la testuz, cuello o cuernos del animal, éste pudiera tirar de él. El arado se unía mediante sogas a ese yugo. 


Dibujo de yugo primitivo 

O se emparejaban dos bueyes, se uncían con un yugo doble, cornal (cuernos) o collar (cuellos) y, claro está, se guiaba el conjunto mediante un individuo que supiera lo que hacía, conducir y empujar.

Que aquí, en nuestro valle, es muy probable que los tres inventos que eran las tres columnas en las que se basaba la agricultura, llegaran y fueran consolidadas por la romanización. 

Dibujo de arado de la Edad Antigua elaborado en colaboración con Gemini

Y durante casi veinte siglos, nada cambió en lo esencial. Hasta llegar la modernización de la agricultura.

Grabado antiguo arado medieval realizado en colaboración Gemini

En Europa hubo varias clases de arados según el tipo de tierras, de cultivos y de climatologías. Del arado tiraron bueyes, vacas, mulas e incluso caballos y burros, según las circunstancias.

En nuestro valle fueron predominantes las yuntas de bueyes y en base a la posesión de bueyes de arar se establecieron las pechas (impuestos) a los labradores.

Pagaba "pecha entera" el que tenía una pareja de bueyes, y el tributo consistía en dos robos de trigo y dos de cebada y doce cornados en dinero, a entregar cada año para el día de San Miguel de septiembre. El que solo tenía un buey, pagaba "media pecha", que consistía en la entrega de un robo de trigo y otro de cebada y seis cornados en dineros. Y, finalmente, surge el tema de la mal llamada “cuarta pecha”, que es realmente el pago de un “cuarto de pecha” a quienes no tienen animales de labor, pero tienen y cultivan tierras. 

Y que los Remírez de Baquedano, concretamente, Gonzalo, en 1595, pretendió cobrar y pleiteó por ello contra los labradores de Améscoa Alta.  

Poco se ha documentado este tema en nuestra larga, pero oscura microhistoria, de ahí que para conocer algo al respecto haya que buscar indicios con verdadera paciencia y mucha vocación exploratoria. Y más, como en este caso, si se trata de enseres o herramientas, que no dejan huella o noticia.

Diré pues que me he tenido que conformar con indicios de indicios, que algo es. Y que sirven para rellenar ese hueco de nuestro pasado, tarea que vengo desarrollando desde hace más de cuarenta años.

Y de la existencia de los yugos son evidencia la mención de los “bueyes de arada y trabajo” y las “dehesas bueyerales” que son prioritarios en los dos primeros artículos de las ordenanzas de Zudaire de 1550. Y esos animales y los lugares a su apacentamiento, seguirán siendo de prioridad en las capítulas municipales y concejiles de los distintos pueblos del valle porque están relacionadas "con las cosas del comer",  hasta el siglo XX.

En época de ganaderías concejiles, también se revestirá de importancia la contratación del “boyero”.

Aunque se han utilizado como animales de labor otras opciones, como vacas y mulas, la experiencia no ha sido buena y siempre que se ha podido se ha retornado al buey. Que además daba juego en el arratre de elementos pesados y de carros y carretas.  

En el siglo XVII está presente el buey en topónimos menores y cito un ejemplo que encontramos en Ecala, “Idiasacana” en 1637 y otro. también en Ecala, en el XVIII, "La Siesta de los bueies o Idiacetzatendirana" en 1777.

En el siglo XIX, concretamente en 1857, localizamos una defunción en Baquedano. Muerte de Manuel Ladrón de Guevara, natural de Ogueta (Condado de Treviño), vecino de Baquedano, «de una cornada de un buey».

En varios puertos, había el siglo pasado, lo comprobamos a primeros de los noventa en las encuestas realizadas sobre toponimia menor, parajes denominados “descansaderos”, de forma genérica, o “descansadero de los bueyes”, de forma específica, donde se les daba un respiro a los bueyes que subían tirando de un carro o carreta.

En dos pueblos, creo recordar que uno de ellos fue Baquedano, me citaron también el lugar del puerto llamado “Pitxaleku”, donde los bueyes se paraban a mear. Mirando mis apuntes, compruebo que una de las explicaciones me la dieron Narciso Andueza Galarza y Secundino Andueza Echavarri.

Quedaba también en Baquedano como topónimo menor “donde cayeron los bueyes de Otegui”. 

Y termino aquí para no cansar. 


Yugos amescoanos. De arriba a abajo:
1.- Yugo de actividad de Víctor Usarbarrena Ruiz de Galarreta
2.- Yugo de actividad de Timoteo Bacaicoa Arregui y Benedicto Bacaicoa Zudaire.
3.- Yugo de actividad de Víctor Usarbarrena Ruiz de Galarreta


Yugos amescoanos. De arriba a abajo:
1.- Yugo de actividad de Secundino Andueza Echavarri. 
2.- Yugo de actividad de Jesús Murguialday Elizondo.
Este yugo tiene colgado el "trascón" que es una especie de collar doble de correas de cuero con el que se engarza el yugo al timón del carro. 
3.- Yugo de actividad de Secundino Andueza Echavarri. 



Fotografía de Ignacio Ruiz de Galarreta (San Martín)
Coloreada con ayuda de Gemini.


AGRADECIMIENTO COLABORACIONES:

Estos trabajos no se pueden hacer sin colaboraciones de amigos y menos, con distancia de por medio. Toda mi gratitud pues por vuestra ayuda. Mila esker.

.- Andueza Murguialday, Mari Carmen (Baquedano)

.- Gallego Ruiz de Galarreta, Ainara (Barindano/San Martín))

.- Murguialday Oraa, Jesús (Larraona)

.- Ruiz de Larramendi Mujika, Pili (Eulate)

.- San Miguel Bacaicoa, Juan Carlos (Zudaire)

.- Urra Velasco, Juan Carlos (Zudaire)

.- Usarbarrena Alegría, José Julián (Eulate) 


Dentro de unos años, los niños considerarán increíble lo que acabo de describir. Y entenderán que es un cuento fantástico eso de que la humanidad sobrevivió miles de años gracias al invento del arado, el buey y el yugo.

A lo mejor si lo cuentas de aquí a unos años ya no te creen.

Salvo que lo diga Internet. 







Améscoa Baja 1882. El Cabo primero, vecino, prestó el dinero

Améscoa Baja 1882. El Cabo primero, vecino, prestó el dinero 

Imagen de José Luis Pellicer, grabada por Carretero y publicada en
 La Ilustración Española y Americana el 22 de junio de 1874


Pongo la moraleja por delante para que nadie se extravíe. En 1872 el cabo primero, en el bando liberal, y algunos munícipes, en el bando carlista, andaban a matarse. En 1882, el cabo primero se olvida y se comporta como vecino. Los munícipes también y acuerdan. Comportamiento civilizado este, no el otro.

En 1882, Améscoa vivía la resaca de un siglo malo y de un cuarto de siglo aún peor. El ayuntamiento de Améscoa Baja tenía graves problemas económicos para hacer frente a los gastos que debía afrontar el municipio. Ante el grave problema planteado, se convocó una reunión extraordinaria, en los términos que pone de manifiesto el acta correspondiente:

"En el lugar de Zudaire a diez y ocho de Setiembre de mil ochocientos ochenta y dos, reunidos los Señores que componen el Ayuntamiento del Valle de Amescoa Baja, siendo su presidente Don Pedro Francisco de Urra, Alcalde del mismo, determinaron buscar un préstamo con el permiso competente de siete mil Reales de vellon, o sean, mil setecientas cincuenta pesetas, para que con ellas poder atender a las graves necesidades que pesan sobre el Municipio, y al efecto se presentó Silvestre Negro Mosquera, Guardia Civil, que existe con esta fecha en este pueblo, siendo Cabo primero en dicho Cuerpo, el cual los da a préstamo la espresada cantidad con su interés de un cuatro y medio por ciento y por el tiempo de un año, que da principio el día de hoy y finará el diez y siete de Setiembre de mil ochocientos ochenta y tres, obligandose el Ayuntamiento o en su caso los firmantes con sus intereses a devolver la misma cantidad y réditos al espresado Silvestre Negro al año de esta fecha y en monedas de oro y plata usuales en este Reino, bajo costas y daños que se ocasionen al interesado Negro.

De todo lo cual firmaron los concurrentes de que yo el Secretario certifico:

Pedro Francisco de Urra                Ángel Arteaga

Anastasio Cegama                         Pío Barrena

Crisantos García                           Félix Andueza

Juan Gárriz

 

A ruego de los individuos del Ayuntamiento Dionisio Portal y Juan Francisco López, firmo yo por no saber ellos hacerlo.

                                                      Juan Pedro Zudaire

                                                           Secretario"

 

Silvestre Negro Mosquera, al que ya he mencionado antes en este blog, era vecino de Zudaire y Cabo primero del puesto de la Guardia Civil en Zudaire. 

Había nacido en San Julián  de Facha (Lugo) en 1840 y estaba casado Francisca Juanvelz Astiz (Lecumberri). Estaba destinado en Zudaire, al menos desde 1872 e intervino activamente en la Tercera Guerra Carlista, en el bando liberal en el que quedó alineada la Guardia Civil frente al Carlismo, del que era partidaria la población amescoana, mayoritariamente.

Por esa razón, debió enfrentarse a vecinos de su propio pueblo, alineados en el bando contrario. Algunos de los cuales, estuvieron a punto de darle muerte, dentro de la dinámica de la guerra, cerca de Aristubelza y en medio de una nevada. Lo mismo pudo pasar a la inversa, puesto que se trataba de una guerra, la actividad más execrable a la que pueden ser conducidos unos seres humanos por otros seres humanos.

Pero el enfrentamiento armado se había acabado, y Silvestre y su familia eran vecinos del pueblo. Podían prestar el dinero y lo hicieron. Silvestre murió repentinamente en Zudaire en 1894 a los 54 años.

De uno de los hijos de este matrimonio, Simón Negro Juanvelz, así escribía él su nombre y apellidos, nacido en Zudaire en 1886, trato en este blog, con fecha 04/07/24. Fue el primer amescoano en escribir y publicar algo sobre historia y cultura de Améscoa.




Aranarache 1694: Visita del obispo don Pedro de Lepe

Aranarache 1694: Visita del obispo don Pedro de Lepe.

Recreación de la visita de don Pedro de Lepe a Aranarache en 1694. Reconstrucción hecha con ayuda de Gemini.

Hasta mediados del siglo pasado se decía con frecuencia en relación al conocimiento de una persona:  “Ese sabe más que Lepe”. Expresión que se alargó, en algunos casos, hasta decir: “Sabe más que Lepe, Lepijo y su hijo”.

Pues el tal Lepe, no era de Lepe. Fue obispo de Calahorra y visitó Améscoa Alta, que formaba parte de su diócesis, y su fama de hombre sabio  dio lugar al dicho popular, y algo cuento.

Concretamente, el 10 de octubre de 1694 visitó la iglesia parroquial de Aranarache. Y dejó varias instrucciones para esa parroquial y para las otras dos pertencientes a su diócesis, Eulate y Larraona: “…que en adelante ningún clérigo de orden sacro, ni Beneficiado de esta iglesia entre a las tabernas.” y “…que no asistan a los convites que se hacen en los funerales.”

Precisamente, don Pedro de Lepe fue a Aranarache porque en su iglesia parroquial era abad don Miguel Saenz de Jauregui, que acudirá, cuatro años más tarde, en 1698, en nombre y en representación del Arciprestazgo de Campezu, al Sínodo de Logroño, en el que se redactarán las nuevas Constituciones Sinodales de la Diócesis de Calahorra.  

Pedro de Lepe y Dorantes nació en Sanlúcar de Barrameda el 29 de junio de 1641, hijo del escribano Juan de Lepe y Dorantes, natural de Huelva, y de Juana López de Herrera, natural de Sanlúcar. Fue bautizado el 22 de julio de 1641, recibiendo el nombre de Pedro, por ser el santo del día de su nacimiento.

Estudió con los Jesuitas y con los Agustinos de Sanlúcar. Más tarde, a los 15 años, estudió Teología en Sevilla, alcanzando los grados de licanciado y doctor. Fue ordenado sacerdote en 1666. Fue Canónigo en la catedral de Badajoz por oposición, donde estuvo destinado durante veinte años y alcanzó gran fama como orador y gran notoriedad por sus dotes humanas.

En 1686, por fallecimiento del obispo de Calahorra, Gabriel Esparza Pérez (Pamplona, 1606), fue designado para sucederle. Y tomó posesión de su cargo en diciembre de ese mismo año.

Fachada de la catedral de Calahorra.
Foto de archivo propio.

Dentro de su diócesis quedaban encuadradas Viana y Améscoa Alta, por parte de Navarra. Estaban además las tres provincias vascas, dos de ellas al completo, y La Rioja (que no existía como provincia) y parte de Castilla (con fragmentos de varias de las actuales provincias).

Convocó en 1698 el Sínodo de Logroño y actualizó las Constituciones Sinodales del Obispado de Calahorra y La Calzada, que sustituían a las anteriores de 1600 y 1620.  

Tanto en unas como en otras mostraban cierta sensibilidad en cuanto al uso de la lengua vasca en aquellas zonas donde era lengua común. En 1600, don Pedro Manso deja constancia de ello: “... porque ay en la tierra Vazcongada deste nuestro Obispado diferencia en el Vazquence del Señorio de Vizcaya, Provincia de Guipuzcua, y Alaba: Estatuimos y ordenamos que los señores Obispos, nuestros sucesores, hagan imprimir cada año cartillas de la Doctrina Christiana en Romance, y en Vazquence, segun el uso de las dichas Provincias, para que los curas tengan cartillas en la lengua propria de cada Provincia ...”.

Casi un siglo más tarde, don Pedro de Lepe, en 1698, refrenda la propuesta citada y enfatiza la de que “... en la tierra Vazcongada los Sermones sean en Vazquence ...”

Para añadir: “... Y mandamos, S.S.A. que esta Constitución de predicar en Vazquence, se observe también en los pueblos, en donde casi todos entienden Romance: porque guardada esta forma, todos se aprovechan de la Doctrina ...” y lo argumenta en base a que “... siendo el Predicador, según San Pablo, deudor à todos, debe predicar de modo que á todos aproveche ...”.

Estuvo considerado como una autoridad en su tiempo en la literatura pastoral y catequética. Y se dice de él que entendió la necesidad de la predicación en la lengua vasca propia de cada territorio de su diócesis. 

Volviendo a la biografía de Lepe, murió en Arnedillo, repentinamente, a la edad de 59 años, haciendo visita pastoral, en diciembre de 1700. Se le dio sepultura en la catedral de Calahorra. 


 

La violencia solo engendra violencia

La violencia solo engendra violencia 



En estos momentos hay guerras abiertas y reconocidas en África, Asia y Europa en las que las bajas más numerosas son de población civil. Y conflictos que, sin alcanzar el nivel de guerra declarada, suponen una sucesión continuada de choques armados con afectación mayoritaria a la población civil igualmente, bajo diferentes formas.

Todo esto es mostrado u ocultado por los medios de comunicación de forma aleatoria, según intereses políticos dominantes en cada momento.

Quienes estamos en la historia, aunque sea a muy pequeña escala, debemos elegir entre ser indignos o indignados.


Foto de archivo propio

Y decir que la violencia no hace sino generar violencia. Y que la peor de las violencias es la ejercida sobre la población civil.

Para el cartel de entrada he elegido una frase de Howard Zinn (1922-2009), ligeramente variada, solo en su forma, pero no en su esencia. Una imagen de la Paloma de la Paz, de mi archivo, situada en San Sebastián, de Néstor Basterretxea (1924-2014). He compuesto una ilustración con ayuda de la AI, con un quinteto multirracial que representa a la población civil que está siendo objeto de la barbarie de los bandos en conflicto, ante la mirada impertérrita del ”primer mundo”.

Y lo digo con carácter preventivo porque se empieza generando odio y se acaba produciendo barbarie, masacre o genocidio. Al que lo padece le es indiferente la etiqueta. Y hay síntomas en todo el mundo de que el que piensa distinto, habla distinto, tiene color distinto, viste distinto, reza distinto, nace en lugar distinto, etc. es malo por principio. Y esto puede degenerar en una pandemia.

Ya hemos vivido aquí en el valle una muestra de eso y ya he contado algo al respecto en este blog.


El mundo en llamas. 
El infierno en el "más acá", no en el "más allá".


Améscoa y el enigma de Done Loria

Améscoa y el enigma de Done Loria 

Ermita de Done Loria o Las Santas en Urbasa.
Foto de archivo propio.

¿Por qué esta ermita amescoana está fuera del territorio amescoano?

¿Por qué es la única dedicada a la advocación de las Santas Nunilo y Alodia en Navarra?

¿Por qué tenía y tiene dependencia eclesiástica de la parroquial de Eulate y no de la de Zudaire, puesto que a sus pies discurría la Galtzada Zaharra que unía los puertos de Zudaire y de Olazagutia?  

¿Por qué, desde hace siglos, estaba incluida en los actos de culto de Améscoa Baja y no en los de Améscoa Alta?

¿Por qué, el día de su celebración en el santoral, el 22 de octubre, subían los vecinos de Améscoa Baja y no los de Eulate?

Todo esto, como este blog, es microhistoria, y algo he descubierto, algo he deducido y algo cuento.

Simulación del paisaje en el siglo XVI. La ligera línea de puntos blancos señala el recorrido de la Galtzada zaharra, de la que quedan restos visibles. Foto de archivo propio.

Antes de nada, como ermita amescoana diré que es peculiar, y lo es porque no hay otra en toda Navarra con esta advocación. Aunque las reliquias de las santas de su patrocinio estuvieran durante siglos, o eso se dice, en el monasterio de Leire.

Es peculiar porque es una ermita amescoana, y sigo haciendo hincapié en lo de amescoana, pero situada fuera del territorio amescoano.

Y más peculiaridades tiene, pero no voy a descubrirlas todavía porque le quitaría suspense a la narración y eso es lo que no deseo.

Empezaré pues desde cero. La ermita en el tiempo en que yo he trabajado historia y cultura amescoana, era conocida en todo el valle, pero especialmente en Eulate, de cuya parroquial tiene dependencia eclesiástica y donde se considera como ermita propia.

También es conocida, aunque solo sea porque, pese a sus reducidas dimensiones, ocupa una posición de atalaya sobre el Raso de Urbasa y es visible, cada vez menos por los crecidos fresnos que le rodean, desde un radio extenso.

Empecé a interesarme por su identidad por la rareza de los nombres de las Santas, Alodia y Nunilo (también Elodia y también Nunilón y Nunilona). Y vi que, entre personas de mi edad, había quien llevaba ese nombre, algo que tampoco me llamaba la atención llevando yo el nombre que llevo.

Pero no encontraba ningún posible vínculo entre las Santas y Eulate en particular o el valle en general. Y empecé a husmear en lo que la historia podía contarme al respecto. Y la primera pista me llevó a su relación con Navarra por vía del monasterio de Leire.

Cuando visitamos Leire lo tuve en cuenta y estuvimos en el altar/capilla que tienen dedicado, que da idea de la importancia que les dieron en su época.


Altar dedicado a las Santas en el Monasterio de Leire.
Foto de archivo propio.

Al margen de la visita, la identidad de las Santas era bastante “neblinosa”. Había y hay abundantes hipótesis al respecto.

Se  trataba de dos hermanas gemelas, de padre musulmán y madre cristiana y familia acomodada. Tras la muerte de su padre, siendo niñas, fueron educadas por su madre en la fe cristiana. Fallecida la madre, fueron obligadas a renegar de la fe cristiana y, tras negarse, fueron ejecutadas por decapitación el año 851 u 852, el 21 o el 22 de octubre. Hasta ahí, todas las biografías coinciden. No se precisa su edad, aunque deduzco que pudieran tener entre doce y quince años, siempre menor de veinte (mi posible error de apreciación es irrelevante).

Sus restos, con la consideración de reliquias, pasaron a manos de los reyes de Navarra, que confiaron su custodia al monasterio de Leire.

En cuanto al lugar donde nacieron y ocurrieron los sucesos, hay una mayoría que se inclina por considerarlas aragonesas (Adahuesca en Huesca). Y no faltan algunos que las consideran andaluzas y los menos, riojanas. No perderé el tiempo con esto.

Tras diferentes acontecimientos, en los que nada tuvo que ver nuestro valle, sus reliquias o parte de ellas, están presuntamente, en Adahuesca (Huesca), Monasterio de Leire (Navarra), Huéscar y Puebla de Don Fadrique (ambos en Granada). 

Pero todo esto no es sino anécdota para mi propósito y ya cierro el capítulo de información previa.


El nombre antiguo

Nada de lo dicho arrojaba ninguna luz sobre el origen de la devoción local por las Santas, dada la escasa popularidad de las mismas a nivel de martirologio, al menos hasta donde he podido recabar información. Pero lo mismo ocurría con San Cucufat en Lokiz o con San Briz en San Martín y ahí permanecieron como titulares de ermitas durante siglos.

Y opté por indagar en la historia local. Y pensé que debía haber datos en Eulate, puesto que era Eulate quien la consideraba suya, como reza en grafismo reciente y muy desmañado en el dintel de la puerta de la ermita.

 

Dintel con la inscripción: Esta ermita es de Eulate", sobre la puerta de acceso.
Foto de archivo propio.

Pero me llevé una sorpresa, porque las primeras menciones de la ermita no están en Eulate, sino en Améscoa Baja. Y la más antigua, concretamente en Zudaire. Y es importante además, porque pone de manifiesto el nombre que le daban los amescoanos a la ermita en la Edad Media: Dona Loria y Done Loria. Se cita en las Ordenanzas de Zudaire de 1554 en el artículo 19, en el que se hace mención a “las procesiones que entre año hacen” y es uno de los destinos al que procesionar.

Incluí estos y otros datos del mismo tipo, documentados en los siglos XVI, XVII y XVIII, entre las informaciones que aporté al Tomo XVIII de Nafarroako Toponimia eta Mapagintza, Toponimia y Cartografía de Navarra, publicado en 1994. Y era una novedad, porque ese nombre no había salido antes del armario. Había recuerdo de un "Santa Engloria" y "Santa Ingloria" en la encuesta oral que hicimos Arantza Garate y yo en los años ochenta y primeros de los noventa.

La interpretación lingüística que hacía Euskaltzaindia para esta expresión era “que Loria era la forma vasca antigua del nombre Gloria”. Personalmente, creo que aquí tenía otro significado. Creo que los amescoanos, vascófonos monolingües cuando pusieron el apelativo, pensaban, no en un nombre propio, sino en dos santas, Nunilo y Alodia, cuyos nombres conocían y diferenciaban perfectamente, “que estaban en la Gloria”, o sea, “en el Cielo” y algo así querían expresar. Pero esto es también irrelevante.

Lo relevante es que sabemos hoy como les llamaban a las Santas: Done Loria. Pero, resuelto ese enigma, que lo fue hasta descubrirlo, 1988, y divulgarlo, 1994, nos quedan más.

 

Las contradicciones

Mientras que de los reparos de la ermita le pide cuentas a Eulate (Améscoa Alta) el obispado de Calahorra y La Calzada, quien se muestra activo en incluirla en su cofradía es Améscoa Baja, de cuyo reglamento le pide cuentas el obispado de Pamplona. Pero esto no es un síntoma de rivalidad. Cada uno lo lleva a su aire y nadie se molesta.

Eulate no incluye acto alguno, ni rogativa, ni procesión, en sus ordenanzas relativo a la ermita de Done Loria. Si es por los datos documentados, se ocupan de temas de mantenimiento y se cita con frecuencia la existencia de ermitaño (aunque no hay que entender que viva en la ermita) y la contratación de cantero para los "reparos", siempre a cargo de Eulate. 

Hay mandatos testamentarios de todo tipo con relación a la ermita. Se dejan encargadas misas en la ermita y hay donaciones de limosnas, de aceite para la lámpara y hasta de un lienzo. Y se mencionan unas cuantas reparaciones, normalmente hechas por canteros, como ya he citado, en el libro de Fábrica de la iglesia de Eulate. Entiendo por todo ello que la ermita tenía utilidad y lo subrayo, porque hasta la construcción del Palacio no hubo otro edificio en el que guarecerse en momentos de temporal, que los había. 


Raso de Urbasa nevado. Foto de archivo propio


En Améscoa Baja. Ya he mencionado que Zudaire tenía incluida la ermita entre las procesiones previstas en sus Ordenanzas de 1554.

En 1670 se puede leer en el libro de la Cofradía de San Cristóbal, cofradía común a todo el valle de Améscoa Baja, haciendo mención al Capellán de la misma “Que tampoco tiene obligación de ir a la Basílica de las Vírgenes porque está convenido por pleito que no hagamos procesiones”. Pero esto era puramente circunstancial, lo que quiere decir que iban habitualmente. Y de la Cofradía eran miembros casi todos los vecinos adultos del valle.

En 1738 se aprueba el siguiente artículo en la Cofradía: “De aquí en adelante, a perpetuo, el Capellán que fuere nombrado… sea obligado de acudir a la Ermita de las Santas Nunilo y Alodia que se halla en los Montes Reales de Urbasa, con Misa, siempre que la Comunidad determine el ir en Rogativa a dichas Santas y que también sea obligado dicho capellán a ir con Misa a dicha Ermita el Día de las Santas…

Luciano Lapuente, menciona la celebración de tres procesiones en rogativa a las Santas en 1784, que parten de Améscoa Baja. Cita también el acuerdo tomado en Junta General del Valle: ‘Que de aquí en adelante se hagan todas las procesiones de rogativas y otras que delibere el Valle a la ermita de San Cristobal, donde han puesto las efigies de las santas Nunila y Alodia que justamente y a tal fin se han construido". La razón de tomar esta decisión, añade Lapuente, fue: ‘que los que suben a la ermita de las Santas, propia de Eulate, en la Sierra de Urbasa, padecían algunos trabajos, lo uno por lo largo del camino y vuelta que toma la procesión y que por las muchas lluvias que ocurren, no puede la gente transitar por los caminos’.


Imágenes nuevas de santa Alodia y santa Nunilo.
Foto obtenida y cedida por Javier Echeverria García

Le habían hecho pues dos imágenes nuevas, hoy rescatadas, de la ermita de la Cofradía de San Cristóbal de Baríndano, ya arruinada. Y trasladadas después a la iglesia de Zudaire.


Vista del altar mayor de la iglesia de Zudaire. 
 Las imágenes de santa Alodia y santa Nunilo
 en la parte superior, extremos izquierdo y derecho.
Foto obtenida y cedida por Javier Echeverria García

Por otro lado y desde el punto de vista geográfico e histórico, ese edificio, mitad ermita, mitad cuadra, constituía un refugio en un lugar estratégico y permitía guarecerse. 

Ignoro quién pudo construirlo o de quién fue la iniciativa, pero la devoción era más debida, pienso, a su utilidad, que a la ejemplaridad de la aceptación del martirio por parte de Nunilo y Alodia, de cuyas vidas nada supieron los naturales de estos valles, pero sí del abrigo que el edificio, bien situado, en caso de apuro meteorológico, proporcionaba.

Lo que importaba es que hubiera aceite en la lámpara, leña en la chimenea y bien tendido el cubierto. Porque en la ermita había una parte de cuadra para acorralar monturas en caso de tener que refugiarse por un mal tiempo andando de viaje. Y eso tenía mucho valor.

Por eso quizá nadie se riñó por la ermita, ni se cultivó en exceso la devoción por las Santas, pero se agradeció mucho.

Yo hice unas fotos de las imágenes de las Santas en los años ochenta y me pasaron otras hace tres años, por lo que pude comprobar que mantenían sus amputaciones. No sé de cuándo datan las esculturas originales, y he querido realizar unas pequeñas aportaciones al respecto. 

Incluyo mis dos intentos de trabajo con la AI. Es una AI modestita, pero currándosela, algo resulta.


Primer intento de arreglo sobre imagen de 1984, ante la puerta de la Casa Parroquial de Eulate. Fotos de archivo propio.

Trabajo largo con la AI que da como resultado unas figuras poco parecidas a las originales. Son muy estilizadas y de aspecto muy moderno.



Segundo intento de arreglo sobre fotografía remitida por Mari Carmen García Piérola. Las Santas en su nicho de la ermita.

El trabajo para el segundo arreglo ha sido más largo. Me importaban menos los colores de los ropajes y más la fidelidad a las formas de las figuras y creo haberlo conseguido.