El pacto de Lord Elliot (1835)

Firmado por Zumalacárregui en Eulate tras la acción de Artaza

                   
Título: [Fusilamiento de soldados liberales por soldados carlistas]*
Album del siglo XIX. Zumalakarregi Museoa. Gipuzkoako Foru Aldundia.

Está claro que las guerras no son buenas ni siquiera para los que las ganan, si es que puede decirse que las gana alguien. Decía Paul Valery: “La guerra es una matanza entre gentes que no se conocen, para provecho de gentes que se conocen, pero no se matan”.  

Pues bien, el siglo XIX trajo varios conflictos bélicos a este valle. Y si hubiera que elegir uno de esos conflictos como el más cruento de los vividos, no habría duda: la Primera Guerra Carlista quedaría ganadora de forma destacada.

Casi desde sus inicios se convirtió en un intercambio de represalias. Quizá fue ese el carácter que pretendieron imprimirle los generales cristinos en la confianza de sofocar con cierta rapidez la llamada "rebelión". Este rigor en el castigo que pretendía amedrentar y disuadir al enemigo, no sólo no dio resultado alguno en esa dirección, sino que provocó una respuesta igualmente inhumana. El nivel de crueldad alcanzado resultó especialmente llamativo para quienes no participaban directamente en la contienda, pero la seguían de cerca.

El gobierno inglés propuso un pacto de guerra “más limpia”, que fue aceptado por ambos bandos y que Zumalacárregui firmó dos veces, una de ellas en Eulate y cuando aún no había fusilado a los prisioneros hechos en la acción de Artaza. 




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