Toponimia y lenguaje (aportaciones) 1990-2024




Ya durante nuestras primeras andadas por este territorio (con nuestras hijas, de 5 y 3 años entonces), éramos conscientes de que “lo que no tiene nombre no existe”, conclusión muy próxima al dicho popular vasco izena duenak izana ere badu = todo lo que tiene nombre existe. Sin los nombres de lugar, no podíamos referirnos a un paraje donde habíamos estado.

Y recurrimos, para mejor disfrute, a averiguar el nombre que los naturales le aplicaban. Conocer la toponimia de la zona se hizo una condición imprescindible, tuvieran o no lógica o significado para nosotros los nombres que íbamos conociendo.

En principio se trataba de una necesidad memorística, como se recuerdan los nombres de las personas. Y esa fue nuestra primera aproximación a la toponimia. Pero rápidamente entendimos y comprobamos que esos nombres no tenían nada de aleatorio, sino que eran fósiles del lenguaje primitivo y contenían retazos de cultura e historia del lugar en el que habían nacido.

Y, queriendo saber más, nos adentramos en la investigación de sus orígenes y de su devenir histórico en este valle. Los resultados de ese largo y laborioso recorrido, que se aproxima al medio siglo, los hemos dado a conocer desde 1990 hasta la actualidad.  

 

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