De amescoanos y de árboles

De amescoanos y de árboles (I)



Yo creo que, en la Prehistoria, el árbol empieza a ganarse el verdadero respeto de los hombres cuando estos abandonan el nomadeo y adquieren asentamientos estables.

Es cuando los ven como vecinos y no como presas de caza. Y es cuando entienden bien la función de los árboles en la supervivencia humana: Alimentos, armas, herramientas, combustibles, materiales de construcción, por no citar sino lo más evidente, resultaban disponibles y renovados de forma periódica, previsible segura, además de no requerir de cuidados o labores complementarias.

Sería irreal pensar que la relación árbol-persona ha sido un modelo de armonía en nuestro valle, ni siquiera en los primeros tiempos y que sólo en épocas próximas ha resultado difícil mantener un adecuado equilibrio. No hay tal. La deforestación de la tierra se inició ya hace miles de años. Y tenemos noticias de problemas al respecto desde que existe documentación en nuestros archivos. Y sabemos de abusos cometidos, propios y ajenos, y de medidas adoptadas, propias y ajenas. Y algo podemos contar.

Pero esa intrahistoria es la nuestra y esa convivencia entre árboles y humanos que arranca en la Prehistoria sigue presente hoy.



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