Iba a poner de manifiesto que la escuela, en todo tiempo y lugar, ha discriminado a la mujer y había elegido una pintura que así lo hace notar. Y la mantengo. Los chicos están en pupitres y las chicas en bancos corridos.
Pero no es la escuela la que discrimina, es la sociedad.
Y el
tema era más amplio y también la responsabilidad. La educación y el
conocimiento estaban infravalorados y las responsabilidades repartidas.
Porque hemos
sido nosotros como sociedad los que hemos discriminado a la escuela.
Y como
los recursos eran pocos, se cumplía el requisito de tener un enseñante, mejor
uno que dos, mejor un sacristán (que era más barato) que un maestro.
¿Y los
mozos, en cuanto estén para hacer faena, qué pintan en la escuela?
¿Y las mocetas
para qué quieren saber de cuentas?
Y como ejemplo, el contrato con el Maestro de Primeras Letras de Zudaire y Baríndano de 1827, mal pagado y obligado a ejercer de sacristán.
GARCÍA DE ALBIZU, Balbino, «Obligaciones del Maestro de Primeras Letras en Améscoa (Siglo XIX)», en Conociendo el pasado amescoano (IV), 2012. Lamiñarra. Pamplona. Pp. 347-358.
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