Desde su poblamiento los valles amescoanos han buscado el acceso hacia el corredor norte, por donde discurría la calzada romana más importante de la península, la Asturica-Burdigala. Hacia la Llanada Alavesa al oeste o hacia la Burunda al este.
En Améscoa Alta, Eulate y Larraona tuvieron dos puertos diferenciados según una u otra opción. Podían hacerlo holgadamente porque su muga con el cresterío norte era larga, pero el caso de Aranarache era diferente. Su límite con la sierra era y es reducido y muy escarpado y tuvieron que estirar el trazado de su puerto hacia el Este (hacia términos de Eulate) a fin de darle una pendiente razonable.
El paraje en disputa tenía el nombre de Atarmin y se convirtió en objeto de pleito, litigio y fuente de problemas y gastos para ambos ayuntamientos de Améscoa Alta, que eran municipios independientes con regidores propios, pero con un alcalde único para todo el valle (que debía ser hidalgo y natural y vecino de Eulate).
Hasta que decidieron darle solución razonable.
El mes próximo hará 350 años del acuerdo.
Y lo cuento.
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