Mari Paz y las florecicas de San José


Cuando subíamos a finales de marzo o primeros de abril a dar una vuelta por Lezamen o por Arafe arriba, dejábamos el coche, junto a la txabola de Mari Paz Elizondo. El “Vitarica” le llamaba Mari Fernández de Arroyabe, hijo de Mari Paz, al Suzuki Vitara que fielmente nos acompañó durante más de veinte años de recorridos.

Siempre volvíamos con el placer de haber dado un buen paseo, aunque frío como correspondía a la época y lugar, si el tiempo había sido un poco piadoso, volvíamos además con los primeros narcisos.

 Siempre que eso ocurría, le dejábamos un ramico a Mari Paz. Y ella, hubiera narcisos o no, a los que llamaba “florecicas de San José”, siempre nos obsequiaba con una sonrisa y con una rato de grata y afable conversación.

Mari Paz ya no está, nosotros ya no podemos hacer esos recorridos, pero queda la memoria y la imagen.

Me acaba de mandar Carlos García Íñiguez un testimonio gráfico de que los narcisos ya han cumplido con su deber anual. Eso nos ha traído a la memoria  momentos gratos de recordar y lo hacemos.

                   No se puede vivir de recuerdos, 

                   pero no se puede vivir sin ellos. 





 

No hay comentarios:

Publicar un comentario